viernes, 6 de junio de 2014

El carrito del diablo!

Nunca fue una aspiración tener uno. Por allí me pasaban un poco de ganas a veces pero no me emocionaba tanto. Lo alucinante era que a los demás les emocionaba muchísimo, "Pero ya deberías tener tu carrito", "Tu depa y tu carrito, no?" Bueno depa si, necesitaba un sitio para mi madre. Un colega bien seriamente me dijo una vez que, o sea, por estatus debería tener un carro. Por eestatus? pero qué carajo me ha importado a mi el "estatus"nunca! La cosa es que me salió un trabajo con el que pude tener lo suficiente para una inicial y me compré el bendito carrito a pagar en 4 años. Un VW Gol de tienda, nuevecito. Un buen carrito en verdad, súper rápido y bonito. Algo me emocioné. Cuando se lo conté a mi terapeuta, salió a la calle para verlo y me felicitó como si fuera algo importantísimo y un logro en el tratamiento. La verdad que cada vez me sorprendía más la reacción de la gente. Encontré a mi ex, que luego se volvió novia again por un tiempo más, de casualidad en la calle y no me hacia caso cuando le tocaba la bocina, decía "ya, ya, ya" con gestos y sin mirarme, muy acostumbrada a que la piropearan en la calle por guapísima. Cuando finalmente subió, se quedó con la boca abierta y decía "no lo puedo creer". A esa altura del partido realmente me divertía la reacción de la gente y en el fondo pensaba "qué tanta huevada por un carro! Bueno, la verdad, un carro nuevecito no jode nada. Le echas gasolina y una vez al mes su mantenimiento y ya. A pasearse mucho, ir aquí y allá. Al principio fue divertido y novedoso pero conforme pasaba el tiempo empezaban otros problemas. Por ejemplo que cuando manejas es inevitable que alternes con imbéciles, cosa que normalmente, en la vida cotidiana, no hago jamás. Ese tipo de gente no circula en mi vida para nada. Pero cuando manejas es inevitable. Al comienzo no había mucho tráfico y era hasta divertido pero conforme pasaron los años el tráfico se hizo más denso y la población de imbéciles creció desmesuradamente. Eso fue la primera y más difícil dificultad desde un principio. La segunda fue que durante los cuatro años que tuve el bendito carro me subí 10 kilos! De tu depa al carrito, del carrito a tu consultorio y luego de regreso, todo con el poto bien aplastado aquí y allá. Desarrollé una panza asquerosa. Luego empezó a subir también la gasolina y pasados los 4 años el carrito empezó con los achaques y la cosa se hizo ya más pesada. El carrito empezó a convertirse en un estorbo. Había que comprar o alquilar un sitio donde guardarlo y al final no era nada divertido tener un carro porque a los demás les parecía que era bueno. Y luego otra cosa fue que me di cuenta que pasaba horas encerrado en el carro en los infinitos tráficos y sentía que desperdiciaba mi vida encerrado en una lata horas al día. Y entonces me decidí a venderlo, lo decidí un martes y el miércoles ya estaba vendido, así de bueno era el carrito. Con el dinero pagué todas mis tarjetas de crédito, que hacia 10 años pagaba interminablemente. No soló deje de insultar imbéciles sino que a fin de mes sobraba plata! Y volví a a mi vieja y fiel compañera, mi bici. Bajé los malditos kilos de más y recuperé mi libertad. Ahora en las tardes cuando regreso de visitar a mi madre bajando por el malecón veo toda esa gente encerrada en sus carros avanzando leeento mientras yo paso raudo por entre ellos. No volveré a tener un carro nunca, a menos que me lo regalen y con chófer. Es más por mi que no hubiera ninguno y que las calles fueran más tierra con plantas otra vez y no esta estúpida manera de vivir sellando la tierra de cemento y brea porque a la industria automotriz le conviene. Estaremos locos todos o qué!!